Tras exponer este vídeo y escuchar las posturas de los demás grupos, dio comienzo el debate. La comisión internacional realizó una serie de preguntas respecto al proyecto sobre temas como la financiación en caso de fracaso o la fiabilidad de la vacuna. Como representante de mi grupo, respondí personalmente a casi todas las preguntas basándome en los argumentos que previamente había defendido nuestro grupo. Después de que algunos participantes en el debate perdieran la compostura por unos instantes, daba la sensación de que todos los grupos estaban en contra del proyecto, algo que parecía surrealista. Nosotros, habiendo creado una vacuna que con gran certeza iba a salvar la vida de miles de personas e iba a suponer uno de los mayores avances en medicina de la historia, nos veíamos atacados por ONGs religiosas, investigadores y ministros de sanidad africanos. Las ONGs se basaban en que la prevención debía ser el principal método a seguir para acabar con la enfermedad. Los religiosos lo defendían con el argumento de que al transmitirse por relaciones sexuales, esta solo se contraía pecando, aunque no tenían en cuenta a los hijos inocentes que podían ser infectados por sus madres. Al igual que un abogado del estado debe defender a un criminal si se le impone, nosotros debemos dar la oportunidad de curarse a todo el mundo. Por otra parte los investigadores argumentaban que nuestras pruebas no eran concluyentes, pero esto quedo desmentido cuando ni ellos mismos pudieron probarlo delante de la comisión. Por último, los ministros africanos, que en un principio decían apoyarnos, pedían que la vacuna fuera gratis hasta la erradicación de la enfermedad. Parecían no darse cuenta de que para recuperar todo el dinero invertido en la investigación, se han de obtener beneficios, de que erradicar una enfermedad lleva un largo período de tiempo que incluye varias generaciones y que finalmente, una vez que la enfermedad hubiera desaparecido, nadie estaría interesado en adquirir la vacuna. Tampoco barajaron la posibilidad de que nosotros vendemos el producto al gobierno de cada país, pero es la propia institución de dicho país la que impone el precio de la vacuna a sus ciudadanos.
Después de defendernos de todos estos ataques, la comisión anunció su veredicto final que permitía el avance de la vacuna a la fase III. Esta decisión nos complació enormemente, dado que pudimos ver como la comisión supo valorar nuestro trabajo y confió en nuestros expertos para seguir adelante. Después del congreso, nos pusimos de inmediato a seguir con el proyecto bajo las condiciones impuestas por la comisión. Actualmente, los primeros resultados que estamos obteniendo están siendo muy satisfactorios. En un futuro próximo, anunciaremos un informe más exhaustivo.
Paitolas
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