Para realizar esta última entrada me voy a basar en un artículo del periódico El Mundo sobre la función de las nanopartículas magnéticas.
http://www.elmundo.es/ciencia/2013/10/28/526e395e0ab740873a8b4578.html
Este artículo explica de una manera asequible las aplicaciones más significantes de estas nanopartículas magnéticas. En el comienzo del artículo encontramos un resumen de las primeras aplicaciones que fueron principalmente enfocadas al campo de la tecnología en relación con el tamaño de los discos duros. Pero poco a poco se han ido buscando formas de relacionar el control de estas nanoestructuras con el campo de las ciencias de la vida y la biotecnología, lo que personalmente me parece un gran avance ya que podría suponer un gran cambio en el tratamiento de tumores o de enfermedades como el cáncer.
Uno de los factores más importantes es la separación de partículas y la dificultad que esto conlleva dado que se trata de partículas nanométricas totalmente invisibles para el ojo humano. Una de las propiedades que facilita este desarrollo es el magnetismo que estas partículas poseen y permiten llevar a cabo un proceso de decantación magnética que consiste en separar las diferentes partículas en función de su campo magnético. Esto
va a permitir, en el caso del tratamiento de tumores cancerígenos por hipertermia o suministro de fármacos, controlar la zona del cuerpo a la que se deben dirigir las nanopartículas una vez inyectadas en sangre mediante imanes colocados cerca del tumor.
Una vez que se consigue dirigir las nanopartículas al lugar deseado, se aplica un campo magnético externo que provoca la transmisión de calor de las partículas para acabar con las células cancerígenas.
Si el método utilizado es el suministro de fármacos, las nanopartículas que transportan dicho fármaco, lo liberan cuando se produce el calentamiento.